Es habitual que las hermandades, dentro de las celebraciones que llevan a cabo a lo largo del año, dispongan altares efímeros. Su objetivo es diverso, por un lado, se trata de ensalzar la imagen titular de la hermandad, por otro, tienen un fin claramente estético, desde la perspectiva barroca de la contrarreforma de acercar a Dios desde la belleza. Se mezcla el fin catequizador con el artístico en una clara simbiosis, que hace de los mismos, piezas únicas.